«Cantimplorar» (taller de palabras)

«Taller de palabras»

«Propondré mi problema al son de la cítara» (Salmo 48, 5)

cantimplorarPronunciar una palabra es algo así como pedirle que nos hable de sí misma y, a la vez, escuchar cómo se agitan sus letras para dejar fluir la feliz trastienda de su etimología. Hoy nos hemos fijado en la palabra «cantimplora».

Al beber tanto de la cantimplora como de la palabra que la identifica, pareciera agitarse de derecha a izquierda la letra “i”. Veamos lo que han dicho de ella voces autorizadas:

La RAE nos aporta que la voz viene del catalán y se refiere a «un frasco de metal aplanado y revestido de material aislante para llevar la bebida». «Canta y llora», parece ser el ruido que hace cuando se vacía.

Por otra parte, según explica Coromines en el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, procede de la expresión canta i plora (en catalán ‘canta y llora’). Los hablantes que empezaron a utilizar esta denominación creyeron percibir una semejanza entre el ruido que hacía el agua en el recipiente y el sonido, unas veces, de las canciones, y otras, del llanto. Lo leemos en el blog de Alberto Bustoscantimplora

Por nuestra parte, al saludar a la letra “i” descubrimos que además de su labor como conjunción copulativa, se deja unir a la parte final de la palabra, dando como resultado un significado por añadidura -en lugar de «canta i plora», «canta e implora»– en el que podemos ver condensado el versículo con el que encabezamos esta pequeña aventura artesana de hoy. A saber: canta e implora, o sea, canta implorando o, mejor, implora cantando.

Las palabras «orar» y «llorar» comparten no pocas letras. Leerlas juntas nos sugiere que la oración da sentido al llanto, lo hace fecundo, como riego para la semilla de esperanza que late en cada dolor.

La palabra añade ese «sabor» nuevo al agua que escancia la propia cantimplora. Nos enseña esto: «al orar no le cuentes a Dios tu problema, más bien ‘cántaselo’, proponiéndolo a Su misericordia en alabanza, en acción de gracias por la luz que ya te está dando para ponerle remedio, y por todo lo bueno que Él está haciendo en ti a través de ello».

¿Y si acompañamos el agua con algo sólido a modo de ejemplo? El cacao nos vale. Sin la «amargura» del cacao no se puede elaborar el sabroso y dulce chocolate. Las amarguras de la vida tienen sentido cuando sabemos elaborar con ellas la madurez de la dulzura, y la dulzura de la madurez.

Recapitulando, pidiendo disculpas a la RAE por el atrevimiento, dejamos apuntada «a lápiz» esta nueva palabra:

«Cantimplorar»
Dícese de la acción de implorar cantando. Es proponer a Dios nuestro problema al son de la cítara. ¡Bien templada, claro!

(esta entrada está también en el «Taller de palabras»)

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