Como palillos en palillero
son los versos del poeta.
Emergen uno por uno, encontrada la veta,
para cobrar vida en el mar del tintero.
Los palillos son alma del árbol donante.
Del poeta, los versos, testigos de alma,
que de su anhelo concuerdan con calma
sembrar con su rima bosque nuevo pujante.
Los palillos son bailarinas
que danzan quietas, los pies en punta.
Así son los versos: palabras sin funda,
escritas en agua cristalina.
HOLA, AMIGO PALILLERO: Escribí otro comentario, pero me parece que no salió a destino.
Reitero, entonces, la alegría que me dio volver a encontrarte. ¿Cómo estás?:
Un abrazo de todo corazón.
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¡¡¡Querida Beba!!!
Gracias de corazón por embellecer el poema con tus palabras.
Doble alegría recibo hoy. La de acoger tu abrazo de palabras viene a hacer más ancha la alegría de ver a mi lápiz feliz de deslizarse por el pergamino.
Si mi tocayo Leonard «Eliezer» Cohen dijo una vez que la madera de la guitarra está «viva», nuestras ausencias en el mar de las letras nunca son del todo ausencias. Son silencios de escucha.
Un abrazo ancho de todo corazón. Dios te bendiga.
¡¡Gracias de nuevo!!
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