Como en casa

Cinamon_tea:

Desde luego podríamos decir muchas cosas de los habitantes de esta casa si los conociéramos (que no los conocemos), lo que no les podemos negar es que piensan en los demás.

Me explico. Compran la casa (deducción o invención mía). La reforman y deciden que esa puerta a la calle no les gusta nada, les resulta incómoda o molesta, vaya usted a saber. Hay que eliminarla. Tapiarla. Cerrarla. Acabar con ella. Relegarla al olvido.

No.

Tampoco molesta tanto, recurrimos al plan B: cerrar el hueco por dentro, sellar por fuera (respetando la estética derivada de la función original o primigenia -mira que ha quedado bonica esta frase-), pintar de un color vivo, colocar unas macetas vistosas y… ¡Hecho!

Casa rehabilitada, modelo respetado, calle decorada y vecinos y transeúntes tan contentos de poder dedicarle unos momentos a mirar el resultado.

Que sí, que igual van a seguir con el cotilleo sobre los nuevos propietarios, que tampoco tenían por qué darle la vuelta a toda la casa, que parece que a estos jóvenes no les gusta nada de lo que hay, que qué necesidad había de poner un jacuzzi en el corral, como si no tuvieran bastante con la bañera de toda la vida, que si…

Que sí, que han tenido un detalle muy de agradecer alegrándonos la vista.

Buenos días.

Scrivivente:

Mientras subíamos la cuesta de izquierda a derecha te he estado escuchando atento, Cinamon_tea. Estás más joven que yo y puedes hablar mientras escalamos. Y aprendo de ti mientras respiro.

Nos hemos detenido, finalmente, ante el peculiar paisaje que ensambla naturaleza y mano del hombre.

Sé que mis palabras no te distraen cuando te entregas a afinar lentes y luces. Te hablo mientras preparas el click de la cámara. Mis ojos se entretienen en la aseada mampostería.

Una gaveta de yeso amasado para enlucir y una fuente de merengue tienen en común algo más que la blanca y cremosa textura del contenido. Ambos, además, prometen «dulzura». Ambos contienen poesía. Sí, en el arte de la albañilería también hay poesía. Nos lo dice esta pared, traducida por tu cámara. Mueve rima consonante el conjunto.

No se aprecia en la parte superior de la mampostería la inevitable frontera de color entre obra vieja y nueva, entre argamasa de ayer y de hoy. El ventanuco de arriba, pues, no parece incrustado después. Los antiguos moradores usaron lo que tenían a mano, encomendando al ventanuco una doble misión: escotilla para que el sol se asome dentro y ancha «mirilla» para la puerta, aunque debieran usar taburete castellano para izarse a mirar.

Los nuevos propietarios, concuerdo contigo, han hecho de su reforma una simpática invitación de acogida. El posible jacuzzi pronosticado por algunos estará siempre listo para el descanso de las articulaciones vecinas. Pero el sabor de la hospitalidad lo ofrece, precisamente, todo el conjunto de esta minimaqueta de Petra.

Dos son las cuestas que se dejan ver en la fachada. Una es la que sugiere la misma calle. La otra está escondida entre las macetas vistosas. Nada más llegar al límite derecho de la otrora puerta, las macetas indican un «recodo» para nuestros ojos. ¡Media vuelta! Las macetas ofrecen su clorofila en ascenso hacia la izquierda.

Quizá los nuevos moradores no se han dado cuenta de su propio mensaje, pero las macetas ascendentes nos dicen que llega un momento en la vida en que se hace dulce subir la cuesta. Nuestros ojos, cansados antes de recorrer piedra tras piedra, son ahora como «ardillas» que pueden cruzar sin poner pie en el suelo. Es el vigor que dan juntas la esperanza y la experiencia. Es el vigor nuevo que te mueve a ti, Cinamon_tea y que me contagia tu cámara.

En estos minutos de quietud ante la puerta, nuestro olfato ha «escuchado» el aroma de la colina de merengue recién hecho. Sólo quien atiende con la pituitaria en blanco puede percibir y reconocer el sabor que se le va a ofrecer en breve. Mirando los dos a la vez por el visor de la cámara hemos confirmado que no estamos ante una puerta tapiada con prisas, sino ante la portada de un libro que se abre sin prisa.

Sí, son buenos días. Ahora, mejores.

Cinamon_tea:

Cuando la juventud no está en las piernas sino en el pensamiento el ascenso por esas cuestas que trama nuestra imaginación es más leve. Sí, Scrivivente, huele a merengue y a bizcocho, y huele a leña y café de olla, de los de antes, de los de pueblo. Y vemos (porque tú y yo los vemos) a esa pareja empeñada en mezclar tradición y modernidad. Y escuchamos el crepitar de la leña que acompaña un chelo que, muy tenuemente, desgrana una de las Variaciones Goldberg. Y la boca se nos hace agua imaginando los sabores de esa cocina. Y, por fin, alargamos la mano y acariciamos la rugosidad de la piedra con la punta de los dedos. Muy suavemente.

Y, ahora sí, hemos puesto nuestros cinco sentidos a trabajar para «sentir» el momento atrapado por la fotografía y recreado por nuestra imaginación.

Un abrazo.

Y te deseo mejor noche que el día, suponiendo que éste ha sido magnifico, Scrivivente.

Scrivivente:

Aún es posible que sea mejor, mi hermana Cinamon_tea. Cuando lo es para ti, lo es para mí. Somos imaginaciones comunicantes. Me encanta sumergirme en tus fotos.                                                                                                                                                                                                               Cinamon Scriv firma

la sillita lápices

Decir Cinamon_tea es decir Ana Navarro, escritora y fotógrafa, ambas pasiones vividas con corazón de aprendiz y delicadeza profesional. En cuanto al arte fotográfico, Ana se presenta a sí misma como “rescatadora de instantes”. En lo referente a la literatura, a veces su pluma sigue la huella de las imágenes captadas por su cámara; otras veces su mirada encuentra imagen para palabras previas.

«Nada se crea ni se destruye, sólo se transforma». El entrañable “primer principio de la Termodinámica” es verso perfecto para dos apuntes siameses que Cinamon_tea y Scrivivente queremos ofrecer. Por una parte, aventar ese engañoso muro de papel que es la frontera entre los clichés “soy de Letras” y “soy de Ciencias”. Y por otra, expresar que somos conscientes de no inventar nada. Conversación dentro de una fotografía es, para nosotros, una forma nueva de “conversar” y una forma nueva de “escribir”, fruto de un diálogo entre dos plumas y una cámara: Cinamon_tea y Scrivivente. Coescribir es un convivir de almas. Es hermoso.

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4 Comentarios

  1. Hola: Un gusto reencontrarte. Bellísima la foto; por supuesto, excelente tu texto (» llega un momento en la vida en que se hace dulce subir la cuesta»). ¡Cuánto puede volar la pluma ante una buena idea de argamasa y flores!.Me vino justo porque estoy por reformar una entrada en casa, Buen aporte. Un saludo afectuoso para vos y para CinamonTea.

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    1. Un «hola» agradecido quiero bordar para ti, querida bebapihen. Y te lo envío, como regalo, con una brevísima síntesis de lo que un lingüista español sugiere sobre esa hermosa palabra tan castellana. «Hola», según Enrique Cabrejas, es de origen íbero y vendría a significar «¿cómo va todo?».
      Transmitiré a Ana Cinamon_tea tu abrazo. Ambas sois amadoras de las palabras. Un abrazo que surca el «Charco». 🙂

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  2. Voy a disfrutar contigo, querido Scriviviente… Me alegra haberte encontrado por aquí…

    Es una delicia la experiencia de navegar en la foto y bucear en el texto…

    Sigue dejando tus huellas para poder seguirte…

    Un abrazo «sorprendido»… 🙂

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    1. Tu lectura y gozo repasa nuestras palabras con la tinta del cariño. Dejo mis huellas en el hueco cálido de las que tú vas a dejar al leernos. Coescribir con Ana Cinamon_tea es como cantar a dos voces. Es como una «minisobremesa» donde las canciones son imágenes. ¡Te abrazo!

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